La figura del Dr. Hernández ha trascendido más allá de las fronteras de Venezuela. Numerosos monumentos, hospitales, avenidas, plazas y capillas en todo el país llevan su nombre, testimonio de la profunda huella que dejó en la sociedad venezolana. Entre los más significativos se destacan el Hospital José Gregorio Hernández en Cotiza (1941), el Instituto Médico del IVSS (1951) y el Hospital General del Oeste Dr. José Gregorio Hernández (1973). Su impacto fue tan profundo que, al morir trágicamente el 29 de junio de 1919, el pueblo venezolano se volcó en las calles para darle el último adiós, llevando su féretro en hombros como una manifestación de amor y gratitud. La expresión “santo del pueblo” es una de las más populares para referirse a él, y es un reconocimiento a su vida ejemplar, marcada por un amor inmenso por su gente, por su compasión y por su dedicación a la cura del cuerpo y del alma.










El Dr. José Gregorio Hernández revolucionó la medicina venezolana al regresar de Europa con una visión innovadora que sentó las bases de la medicina científica y experimental en el país.
Al regresar de Europa con una visión innovadora que sentó las bases de la medicina científica y experimental en el país.
La profunda fe católica de José Gregorio Hernández fue el motor de su vida, entendiendo la medicina no como una profesión, sino como una misión de servicio y caridad que lo llevó a ser conocido como el «médico de los pobres».
La trayectoria del Dr. José Gregorio Hernández, el «médico de los pobres», es la síntesis perfecta entre el rigor científico y la más profunda humanidad.